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Texto por Lcdo. Manuel A Velásquez Alvarado , Psicólogo Clínico y Psicoanalista Infantojuvenil

La catarsis es la emancipación de los recuerdos que ofuscan la mente o la mesura nerviosa, tiene un efecto liberador. Para el psicoanálisis y para varias teorías psicológicas la catarsis, si bien no implica la cura, si tiene un efecto terapéutico y en momentos de emergencia subjetiva será un recurso necesario para coartar la posibilidad de acceder a cualquier manifestación de violencia. En la antigua Grecia la catarsis era una suerte de purificación de los estados de amino por medio de las emociones que provoca la contemplación de una realidad trágica.
Hoy, después de casi 60 días de cuarentena, se hace necesario legitimar el derecho a estar cansados, sobre todo a las madres y los niños. En el contexto actual hay una urgencia de atender el hogar, el trabajo, la crianza, la escuela, la pareja, en lo que parece un eterno día sin cortes o pausas. Sumemos la incertidumbre. Para muchas de las cosas, con las que debemos lidiar, las ideas se agotan o pierden vigencia con rapidez.

Buscamos autorización de los demás para reivindicar el derecho de estar agotados, porque sentimos que el derecho a estarlo es igual a la queja, o que el hecho de reivindicarlo autoriza a los demás a “bajar el ritmo”.
El sentido de este derecho, no hace referencia a lo jurídico ni a lo objetivo, apunta a lo subjetivo y se refiere a la posibilidad del sujeto de nombrar el malestar, su malestar. Es poder llevar aquello que nos rebasa, lo que nos abruma, al campo de la palabra. Apalabrarlo para articular un sentido y reducir tención, para evitar la violencia, para reconocerse en falta y permitir -y demandar a otro – padre – hijo – pareja – que, en esta nueva realidad, sea un “hacerse cargo juntos”. Para entender qué debemos hacer una pausa, cada cierto tiempo, para reconocer la nueva normalidad y vivir desde ella.
Estamos agotados, es una realidad, debemos apalabrar el cansancio, darle un sentido y seguir adelante.